Kaz (Hoboken, Nueva Jersey, 1959) comenzó a trabajar como guionista para la serie de animación infantil Bob Esponja hace casi dos décadas. Los creadores de este personaje eran fans de “Submundo”, la tira cómica enloquecida que Kaz publicaba semanalmente en la prensa alternativa americana.
“Sidetrack City y otras historias extraordinarias” (Autsaider Cómics, 2016) recoge sus trabajos de mediados de los 80. El autor nunca ha ocultado su relación con las drogas, en este caso, el ácido y las setas mágicas, que dieron lugar a visiones y pensamientos inspiradores para componer este volumen.
Estos extractos de nuestras conversaciones con el autor, explican a las claras a qué nos referimos.
“Había decidido dejar de dibujar cómics. No me llevaba a ningún lado y la pasta que ingresaba era ridícula. Empecé a trabajar en ilustración dedicándole casi todo mi tiempo. Pero así y todo, sentía la necesidad de expresarme en viñetas. Volví a dibujar una historieta, pero en secreto, sin decírselo a nadie, sin saber exactamente hacia dónde iba el relato ni tan siquiera con intención de acabarlo. Así empezó Sidetrack City”.
“Era una época convulsa de mi vida. Había pifiado una relación de siete años por una infidelidad, me mudé de Hoboken a Jersey City, allí conocí a Alex Ross (nada que ver con el Alex Ross que dibuja superhéroes para DC) con quien compartí apartamento e iniciamos una relación intelectual y creativa muy fructífera, incluyendo los viajes de LSD, de los que saqué mucho material aprovechable para este libro. Nos metimos en el rollo de las drogas psicodélicas, leíamos libros de arte y filosofía, lo que se espera de unos artistas intelectuales bohemios”.
“Estábamos muy influenciados por el Electric Kool Aid Acid Test, el libro de Ken Kesey. Planificábamos nuestros viajes psicodélicos rodeándonos de material inspirador. Elegíamos la múica que nos acompañaría, los libros e imágenes que guiarían nuestro viaje. No dibujaba estando entripado, me limitaba a tomar notas y acumular recuerdos de esas visiones, algunas inspiradoras de paisajes y situaciones presentes en Sidetrack City”.
“Una vez tuve una visión en la que Nueva York era un ser vivo. Como si la superficie fuera su piel, la gente tratara de protegerla echando asfalto y construyendo aceras y edificando sobre ella, a modo de vestuario, como si le pusieran ropas, sombreros, guantes… Bajo la superficie, los túneles del metro eran las venas y las estaciones eléctricas subterráneas eran el corazón y otros órganos. Esa idea la utilicé de algún modo como soporte de Sidetrack City”.
“Otro elemento importante era la combinación de arquitectura clásica y fantástica. Entre las referencias al edificar Sidetrack City estaba el trabajo del arquitecto nazi Albert Speer, los edificios de Gotham City, mental que vivía Bizmark, el protagonista de la historia”.
“Era todo muy psicodélico. Quería transmitir esa sensación de estar perdido y desorientado, de ser manejado por fuerzas extrañas, recreando la intensa paranoia que puede surgir estando de tripi. Hacer llegar la sensación de que lo que estás viviendo no es más que una ilusión esquizofrénica transcurriendo al otro lado del telón de la verdadera realidad. Al mismo tiempo quería que fueran unos dibujos con los que te pudieras entretener mirándolos, sin preocuparme por el estilo ni proporciones, lo único de lo que estaba pendiente era de cómo me sentía yo en ese preciso instante”.
“Me llevó tres años completar la historia de Sidetrack City. Era una declaración artística de intenciones sobre quién era yo y cómo me encontraba en ese momento espacio-tiempo“.
“Durante ese mismo período, hice historietas para el National Lampoon, lo que me obligó a desarrollar mi vis cómica. Trabajé también con Gary Panter, que como éramos colegas, me encargaba ilustraciones para hacer el merchandising del show de Pee-wee Herman, que por entonces funcionaba como un tiro. Glenn Head puso en marcha Bad News, publicación con la que también colaboré y que se acabó convirtiendo en Snake Eyes, de la que fui coeditor. Una revista que reunía lo más talentoso del cómic neoyorquino surgido de la SVA y del Raw. Empecé a dibujar la tira semanal de Submundo, publicaba en revistas generalistas y en el Heavy Metal… También hacía un programa nocturno de radio en la WFMU, llamado Nightmare Lounge, nos emborrachábamos en directo y entrevistábamos a los colegas: Peter Bagge, Gary Panter, Robert Williams, Mark Newgarden, Joe Coleman… La música que pinchábamos bien podría ser una banda sonora para este libro: The Residents, Clock DVA, David Bowie, Philip Glass, el Don’t be scared de Daniel Johnston, Eno, Kraftwerk, Nick Cave, Bach’s Fugues y Esquivel”.
“Al principio me enfrentaba a cada historieta como si estuviera haciendo algo muy importante. Trataba de que todo tuviera una altura artística. La palabra pretencioso no la consideraba como algo malo. Pero cada vez tenía más fechas de entrega, plazos más cortos y más trabajo de humor, así que aprendí a relajar mi estilo, a aceptar y permitir que mis dibujos pudieran ser más crudos, toscos, más naturales en definitiva. Por fin había entendido en qué consistía hacer cómics”.